Puestos Diplomáticos de Rubén Darío.

 

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Por Mariangeles Estrada

La imagen de Darío diplomático es una de las más populares y admiradas. Elegante, serio, mirada fija al horizonte. Traje estilo napoliónico, que todavía se conserva y exhibe, aunque deteriorado por los años, en el Museo Rubén Darío de la ciudad de León, Nicaragua. El traje con aire oficial fue encargado para ese fin. Guantes, sombrero, espada y un pañuelo de seda, usados en Madrid. Tanta formalidad que discrepa con su espíritu peregrino y bohemio.

La carrera diplomática de Darío nada tiene que ver con lo que se concibe hoy en día en el servicio exterior. Principalmente porque comenzó su ejercicio cuando la costumbre era la que predominaba en las relaciones entre los Estados; no existiendo todavía un marco jurídico internacional que regulara esas relaciones. En esa época solo las Monarquías tenían Embajadas. Las pequeñas Repúblicas, como Nicaragua tenían Legación y nombraban Ministros residentes no Embajadores. Ejerció, no obstante, dentro de la jerarquía diplomática y consular, los más altos puestos. Fue nombrado Consúl general y Ministro residente.

Las buenas relaciones que tenía con las esferas políticas e intelectuales del país le facilitaron su inicio como funcionario. Y su experiencia, con los años, lo conviertió en una personalidad impresindible como digno representante de Nicaragua. Tenía conocimientos de inglés, francés y alemán; además de su firme trayectoria como escritor. Se le otorgaron cargos tanto de representaciones permanentes como de misiones especiales.

Dentro de la representaciones permanentes de Nicaragua tuvo 3 nombramientos:

  1. Consúl de Nicaragua en la ciudad de la Plata, Argentina;

  2. Consúl de Nicaragua en París, Francia (marzo 1903); y

  3. Ministro residente de Nicaragua en Madrid, España (1907). nombrado por el presidente José Santos Zelaya. Darío organizó la Legación al nivel que ameritaba. Alquiló una casa y contrató un escribiente y un portero.

Indudablemente que tenía la personalidad y el profesionalismo para representar a Nicaragua en las más altas esferas, no es de extrañar que también fue considerado por otros Estados, es el caso de Colombia y Uruguay. Prevaleciendo la costumbre de conocer personalmente las calidades profesionales del futuro designado.

Darío conocía al expresidente Rafael Nuñez, publicista y poeta. Y Nuñez a su vez, conocía bien el trabajo literario de Darío. Le aconsejó no quedarse en Nicaragua para evitar compromisos políticos. Le dijo que enviaría un correo al Presidenete Manuel Antonio Cano para un posible nombramiento. Dos meses después se concretizó la designación (07.04.1893) con salario adelantado de $ 2.680 pesos oro para el viaje, suman en total $ 5.080 pesos, fue la mayor cantidad de dinero que tuve en su vida. Darío cuenta que no tuvo mucha carga laboral porque no habían casi colombianos en Buenos Aires y no existian transacciones ni cambios comerciales entre Colombia y Argentina. Lo que le permitió dedicarse con fervor a su trabajo periodístico en el Diario La nación. Asimismo se relacionó con hombres de letras frecuentando reuniones literarias donde se leían prosas y se hacían observaciones. También escribió, en ese tiempo, los versos que más tarde se convirtieron en sus «Prosas Profanas»  ver ↑

Como representante de misiones especiales nicaraguenses tuvo cuatro nombramientos. Queda claro que estas misiones, desde esos tiempos, se caracterizaron por su carácter itinerante y temporal, justo lo que dura la gestión. Incluso algunas misiones las realizó ejerciendo a la vez una representación permanente.

Estas misiones especiales fueron:

  1. Enviado extraordinario y Ministro plenipotenciario en el Primer centenario del descubrimiento del grito de Dolores, México (1907);

  2. Secretario de la Legación a la celebración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América, Madrid, España (1892). Fue nombrado por Roberto Sacasa Sarria en Nicaragua;

  3. Secretario de la Misión de Nicaragua a Río de Janeiro, Brasil (1906).

Los viajes a Europa se hacían en Compañías de buques trasatlánticas de mercancías y pasajeros. Darío menciona algunos como el buque San José, el buque León XXII, el buque Uarda de la compañía alemana Kosmos. No resulta difícil imaginar cómo, en ese tiempo, las maletas de cuero y los baúles se amontonoban en la sala y en los pasillos. Para mucha gente todavía había que vencer el temor al gran oceáno, considerado incierto y misterioso. Faltaban décadas para que los vuelos comerciales simplificaran el tiempo de viaje. Darío en su autobiografía menciona sus llegadas y salidas a los puertos: Santander (España), Valladolid (Chile), Cartagena (Colombia), Nueva York (EEUU), Colón (Panamá).

En América Latina hay dos cosas que no han cambiado en la carrera diplomática desde los tiempos de Darío; y estas son: la vigencia de tener buenas relaciones con las esferas políticas e intelectuales para obtener puestos políticos; y la otra, la remuneración con bajos salarios que los hace vivir justo con lo necesario en el país receptor, casi siempre este, con un nivel de vida más alto que el país de origen.

Darío vivió de los ingresos que le pagaban como periodista en La Nación principalmente. Durante su estadía en España como Ministro residente tuvo prácticamente sufragar losgastos totales de la Legación porque los sueldos de Nicaragua nunca llegaban. Las comunicaciones no tenían la inmediatez de ahora. Comenzó a pagar con el dinero que le pagaban en La Nación por el envío de crónicas. Pero ese salario no cubría los gastos personales de Darío. Sofocado envió cartas de reclamo; dirigió una directamente al presidente Zelaya y explicó que no podía sufragar todo con el salario que recibía, materialmente era imposible. Hasta hay un inventario de cuentas en su autiobiografía:

Alquiler de la casa … 200 pesetas

escribiente, mensualmente …200

Medio abono coche… 300

gastos de correo y oficinas … 50

portero … 50

Total… 800 pesetas.

Me hubiese gustado encontrar más cuentas, cheques, gastos, para evidenciar lo precaria que fue la carrera diplomática de Darío en términos monetarios. Sin lugar a dudas ejerció el periodismo porque le pagaban, en tiempo y en forma. Quedando en evidencia que su verdadera vocación fueron las letras. Y a través de su legado literario lo hemos conocido como nuestro Principe de las letras castellana, nuestro poeta e ilustre padre del modernismo.

Fuente: Autobiografía. Rubén Darío. Ediciones Distribuidora Cultural. 2002. / Edición preliminar: Roberto Aguilar. Diseño de portada: Pablo Tellez. Diseño computarizado: Martha Medina.  12va edición, 2002.

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Ver también:

Postales del Museo Ruben Darío León Nicaragua.

Rubén Darío y la Exposición Universal de 1900 en París.

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